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jueves, 29 de agosto de 2013

RETRATO DE UN LIBRO QUE NOS MARCÓ


¡Sacalapatalajá!


Quiero la fotografía así, borrosa y con los dos símbolos más importantes enfrente: su título, Fiebre, y su autor Miguel Otero Silva. Porque es así como se me aparece bajo un manto de contradicciones insalvables, a veces ingenuas y otras divertidas, pero sobre todo cargada de momentos transgresores. No sé si todos conocen los detalles de la obra o si la grandeza del autor la escucharon de sus mayores, aunque hoy en día, si algo caracteriza a cierta parte de la actual generación (que no a toda por si acaso) es que a menudo siente un orgullo desafiante porque posee muchísima ignorancia. (Y no es un chiste). Para resumir mi experiencia con la obra, digamos que es una novela política que narra las vicisitudes de la llamada Generación del 28, que fue publicada por primera vez en 1939 y modificada en 1971 por el mismo Miguel Otero Silva, pero sobre todo que ejerció sobre los adolescentes de los años 60 (incluida mi modesta persona) un poder irresistible y calenturiento. Tan deficiente era la novela desde el punto de vista literario que el propio autor la corrigió 32 años más tarde. Pero tan relevante era su temática, la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, que hoy continúa exhibiendo una pertinencia política de primer orden. El autor tenía 20 años al escribirla y nosotros apenas 18 cuando la leímos. Ni él ni nosotros seríamos los mismos después. Se nos había creado la pasión por conocer y el delirio por hacer, una suerte de compromiso juvenil que emanaba del solo nombre de la novela y que nosotros, gracias al talento del Miguel Otero Silva principiante que como sabemos se convertiría luego en uno de nuestros escritores más emblemáticos, recibimos contagiados y con una desmedida inocencia. Por supuesto que leímos con el tiempo al Miguel Otero Silva maduro (especialmente  al de "Lope de Aguirre, príncipe de la libertad") pero la fiebre de su primer libro ya se había inoculado en todos sus lectores. Mi generación por delante, que desde entonces no tuvo reposo ni dejó de cultivar el mundo de la las cosas más elevadas. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos los jóvenes que por dejadez, orgullo de no saber o pura insensibilidad todavía no han conseguido un libro que los conmueva. ¡Acuérdense del Junior, perezosos, que los libros no muerden!)           

domingo, 25 de agosto de 2013

LO SABROSO DE UN CONTRASTE


LOS OTROS JONRONES DE MIGUEL CABRERA


¿Quién no conoce al tercer bate de los Tigres de Detroit? ¿Qué venezolano no se ha conmovido por uno de sus estacazos memorables, ora de cuatro esquinas -"bien lejos", como suele decirse de sus numerosos cuadrangulares- o por los callejones escondidos donde no parece que la bola va a pasar? Lo pronuncio sin que en ello se me vaya ninguna hipérbole: No creo que exista un símbolo deportivo de mayor relevancia en la Venezuela de hoy como el que tienen ustedes enfrente. Pero vamos por partes, porque no es una crónica deportiva lo que me anima en esta ocasión. Quiero más bien subrayar un contraste que se ha vuelto muy claro en estos tiempos de "subidas rápidas", de liderazgos repentinos, de loterías y "caminos verdes"  que nos ofrecen como alternativa de cambio -y además orgullosa- la de acabar aplastados por un Gobierno que desplaza completamente la iniciativa del ciudadano y lo confina a la ciega y poco crítica condición de borrego. Si algo se combina en los hombres como Miguel Cabrera es su capacidad individual de soñar ("seré un grandesliga") con una dura y exigente entrega que potencia enormemente los valores de la superación. El individuo y su autoestima son el bate y el guante que dan paso a una disciplina gustosa, que no tiene pausa y que se prolonga todo el tiempo a pesar incluso de los entuertos. Sea en el campo de béisbol, en la política, en el arte o en cualquiera otra de las actividades humanas, los aspirantes que carecen de ese toque personal que los obliga al trabajo sostenido y fecundo jamás conquistan su sueño. Por eso es que cada batazo de Cabrera le da en la madre al Gobierno de su país, porque un Gobierno que fabrica súbditos, clientes, mendigos a lo largo del territorio nacional, no está en capacidad de promover valores a largo plazo, mucho menos si se trata de emular a un triple coronado como es el caso del maracayero. Ah, olvidaba decir que me complace finalmente que sea Miguel Cabrera uno de los pocos "productos" del país, junto con el petróleo por supuesto, que le cobra sus servicios en dólares al mismísimo Imperialismo Norteamericano. De contrastes vivimos, Sancho. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos venezolanos que han hecho de sus esfuerzos el mejor de los caminos para sus propios jonrones).       
               

domingo, 18 de agosto de 2013

¿UNA GUERRA INÚTIL?


LA RECTIFICACIÓN TARDÍA


Por supuesto que es él, Miranda en la Carraca, el cuadro que Arturo Michelena convirtió en un símbolo para los venezolanos de todos los tiempos. Razones artísticas aparte, digamos que la obra retrata un momento muy contradictorio en la historia de la Independencia de Venezuela, en particular por los antecedentes reales que la motivan, no tanto porque la prisión se debe a una derrota en la que el mismo Precursor aparece como responsable directo (la República ha caído en manos de un aventurero como Monteverde por una muy dudosa Capitulación) sino porque sus propios compañeros de armas, entre ellos el futuro Libertador Simón Bolívar, lo han entregado a la justicia española acusándolo de traidor a la Patria. La historia se sabe en detalle por aquella "madrugada triste" en que el anciano fue sorprendido por sus captores y en el acto de forcejeo pronunció sus palabras de mayor consumo: "Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche". ¿Qué pensaba Miranda en aquellos momentos tan difíciles? De las hipótesis manejadas nos inclinamos por la que menos ratifica la mitología tradicional del heroísmo y la guerra, es decir, por aquella que lo hizo considerar que seguir con la violencia era definitivamente un crimen: probablemente una repetición del terror que había conocido en Francia. Fraguó en la intimidad de esa cárcel la apertura de un proceso de negociaciones que unificaría los dos continentes y, sobre todo, la posibilidad de evitar que los venezolanos nos siguiéramos matando como unos grandes pendejos. En vano, desde luego, puesto que si hubo una salida pacífica al conflicto de la Independencia, Miranda la vio muy tarde, ya cuando la torpeza de la Corona española no pudo ser más evidente y la devoción por la guerra se convirtió en una constante americana. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos venezolanos que no ven la Guerra de la Independencia como un proceso impoluto ni como si fuera la última pepsicola del desierto).                    

martes, 13 de agosto de 2013

SOCIALISMO A LA VENEZOLANA


EL HORROR DEL FANATISMO


ANTES

DESPUES


He aquí la mancha más negra del Gobierno chavista. Los dos rostros del Comisario Iván Simonovis. Un desgaste físico y mental que ha hecho que José Vicente Rangel recuerde nuevamente los tiempos en que defendía los derechos humanos, allá por los tiempos de María Castaña. (FOTOSÍNTESIS se ahorra todo tipo de comentario para esta entrega de hoy)

domingo, 11 de agosto de 2013

LA ENCRUCIJADA FORTUITA


SI SE LES ABRE EL CORRAL, DESPUÉS ES MUY DIFÍCIL METERLOS
¿Conoces este rostro? ¿Sabes que tiene más que ver contigo de lo que te imaginas? Digamos que su vida estuvo asociada a una circunstancia de primer orden, allá por los años 40, cuando la presión sobre los seguidores del gomecismo se hizo muy evidente y comenzaron a expresarse las primeras demandas sobre una democracia directa. Diógenes Escalante, porque así se llama el señor de la foto, es el principal protagonista de uno de los momentos de mayor significación en la historia de Venezuela. Era embajador en Washington cuando el gomecismo "blando" de Medina Angarita lo llamó a ejercer la presidencia de Venezuela. Todo estaba fríamente calculado, a la manera del Chapulín, puesto que se habían concertado las fuerzas políticas alrededor de su candidatura, y el Congreso Nacional (único depositario de la voluntad electoral de entonces) lo elegiría inevitablemente Presidente de los venezolanos. ¡Unidad total para una transición pacífica hacia las elecciones directas, universales y secretas! Pero una cosa es la que el hombre propone y muy otra la que Dios dispone. De pronto, durante una mañana en que debía concurrir a un desayuno en el palacio presidencial, se le volaron los tapones al pobre, divagó largo rato sobre el paradero de sus camisas y, finalmente, luego de que una Junta Médica certificara su estado demencial, el hombre fue declarado incompetente para el cargo. Un imponderable, el "cisne negro" de la política venezolana, la coyuntura que nos hundió al final, tales son los calificativos posteriores al evento. Lo cierto es que de aquel inesperado acontecimiento se produjo luego el golpe cívico-militar del 18 de octubre de 1945, con un efecto doble para la Venezuela contemporánea, víctima por un lado del surgimiento de la democracia por una vía no democrática y por el otro, con todo y lo importante que fue el ensayo de Rómulo Gallegos y todavía más tarde la democracia civil establecida en 1958, víctima también de la salida de los militares de sus cuarteles. Desde entonces los venezolanos rezamos -y parece que Dios no quiere escucharnos- para que esos genios que se escaparon una vez de sus predios naturales, regresen nuevamente a sus respectivas botellas. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos que entienden y comparten la división de los poderes en el sistema democrático moderno, pero también al propio Diógenes Escalante, quien de haber llegado a la presidencia nos habría ahorrado más de un gobierno militarista y al mismo tiempo superado el momento sin que apeláramos a la violencia).           
       

domingo, 4 de agosto de 2013

EL PORTEÑAZO



UNA FOTO OPORTUNA PARA UN MOMENTO TRISTE

La foto es muy conocida y ha despertado las más diversas polémicas acerca del alzamiento militar ocurrido en Puerto Cabello el 2 de junio de 1962. Tanto opiniones oficialistas como opositoras reclaman para sí la víctima (Luis Antonio Rivero Sanoja) que aparece auxiliada por el sacerdote (Luis María Padilla) en medio del fuego cruzado que no le da tregua a los participantes. Entre 400 y 700 muertos se calculan las bajas. Una mortandad, si a ver vamos, y de venezolanos, producto fundamentalmente de las circunstancias de una época de estreno democrático y de las ideas revolucionarias de entonces, no por casualidad provenientes de Cuba, y cuyo lema era convertir la América Latina en un laboratorio de violencia sin miramientos de ninguna clase. Si obviamos el destino glorioso de la foto (único Premio Pulitzer que se conoce hasta hoy en Latinoamérica y que consagra definitivamente como reportero gráfico al desaparecido Héctor Rondón) poco importa si el soldado era tirio o troyano. Importa sí, que era un venezolano atrapado en la refriega de la Lucha Armada y que se movía en unas condiciones absolutamente distorsionadas por el episodio de la Sierra Maestra, uno de los hechos más expectantes y al mismo tiempo más dañinos de que tengamos memoria los latinoamericanos. La idea de multiplicar la experiencia de los barbudos cubanos le costó a Venezuela (junto a otros países del área) una generación completa, y por correlato, su secuela sirvió también para que una izquierda estacionaria y resentida (renuente a los cambios de la historia) se aliara al militarismo bolivariano y consiguiera ejercer el poder desde una perspectiva excluyente. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a los jóvenes que no vivieron la equivocada fantasía de los años sesenta, a la vez que  los exhorta, con todos los hierros, a evitar cualquier confrontación violenta en el futuro. Que gravite sobre ellos una sola consigna para Venezuela: "¡Nunca más una foto como ésta!")