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viernes, 6 de diciembre de 2013

NAVIDADES



UN CUENTO ESPAÑOL PARA UN PAÍS LLAMADO VENEZUELA




Arturo Pérez-Reverte es un escritor español que fue corresponsal de guerra por muchos años. Su catálogo literario es tan abundante que reseñarlo significa cansar de entrada al lector y en una travesía que, como propósito fundamental, persigue más bien "divertirse" con una de las mejores parodias literarias al gran Esopo. Sin ningún otro preámbulo y a sabiendas de que el relato le cae como anillo al dedo a la celebración decembrina y a este pobre país mío que está más jodido en valores que en recursos naturales, vaya por la fecha una entrega de largo aliento al puñado de compinches que me siguen en este blog. (FOTOSÍNTESIS le dedica a ellos la presente entrega y aprovecha para desearles un 24 y un 31 requetefelices, digo si es que pueden comprar sin colas los ingredientes tradicionales de las hallacas de navidad). Sea pues el cuento del gran escritor español:



CANCIÓN DE NAVIDAD
Arturo Pérez-Reverte

A lo mejor ya conocen la historia. O les suena. El caso es que estaba la hormiga dale que te pego, curranta como era, acarreando granos de trigo y todo cuanto podía a su hormiguero, sudando la gota gorda porque era agosto y hacía un calor que se iba de vareta. Iba y venía la prójima de un lado para otro, con esa seriedad metódica y disciplinada que tienen las hormigas comme il faut, amontonando provisiones para el invierno. Tan atareada iba que hasta pasaba mucho de un hormigo que estaba buenísimo y le decía cosas. Adiós, reina mora, piropeaba el fulano rozándola con las antenas. Quién pudiera abrirte las seis patas a la vez. Y ella, cargada con su grano de trigo o con su hojita de perejil, no se daba por enterada y seguía a lo suyo, up, aro, up, aro, obsesionada con aprovisionarse la despensa, que luego viene el invierno y pasa lo que pasa. 
Cada día, la hormiga pasaba por delante de una cigarra que tenía un morro que se lo pisaba, la tía, todo el rato tumbada a la bartola debajo de una mata de romero, acompañándose con la guitarra mientras cantaba canciones de Alejandro Sanz y cosas así. Quién te va a curar el corazón partío, decía la muy canalla, choteándose de la pobre hormiga cuando ésta pasaba cerca. A veces, cuando se había fumado un canuto e iba más puesta, la cigarra llegaba incluso a increpar a la hormiga. Adiós, curranta, estajanovista, le decía la muy perra. Que no paras. Otras veces se despelotaba de risa, y le tiraba chinitas a la hormiga, más que nada por joder, y le decía echa por la sombra, sudorosa, que trabajas más que Juanjo Puigcorbé. Hay que ser jilipollas para andar de arriba a abajo acarreando trigo con la que está cayendo. Tontadelpijo.
La hormiga, claro, se ponía de una mala leche espantosa. A veces se paraba y amenazaba con el puño a la cigarra. Vete a mamársela a alguien, decía. Y respondía la cigarra: pues oye, igual voy, ya que tú no tienes tiempo. Otras pasaba de largo rechinando los dientes, o lo que tengan las hormigas en la boca. Ya vendrá el invierno, mascullaba encorvada bajo el peso de su carga. Ya vendrá el invierno, hijaputa, y te vas a enterar de lo que vale un peine. Tú canta, canta. Que el que en agosto canta, en diciembre Carpanta. Pero la cigarra se despelotaba de risa.
Total, que llegó el invierno y como se veía venir cayó una nevada de cojones. Y la hormiga se frotaba las manos en su hormiguero calentito, junto a la estufa, y contemplaba la despensa llena. Y pensaba: ahora vendrá esa chocholoco pidiendo cuartelillo, muerta de hambre y de frío. Ahora vendrá haciéndome el numerito para que me compadezca. Pero conmigo va lista. Le van a ir dando. Esa palma en mi puerta como que hay Dios.
Y entonces, estando la hormiga en bata y zapatillas, con la tele puesta viendo Tómbola, suena el timbre de la puerta. Y la hormiga se levanta despacio, recreándose en la suerte. Ahí está esa guarra, piensa. Tiesa de hambre y de frío. A ver si le quedan ganas de cantar ahora. El caso es que abre la puerta, y cuál no será su sorpresa cuando se encuentra en el umbral a la cigarra vestida con un abrigo de visón que te cagas, y con un Rolls Royce esperándola en la calle.
-He venido a despedirme -anuncia la cigarra-. Porque mientras tú trabajabas, yo me ligué a un grillo del Pepé que está podrido de pasta. Pero podrido, tía.
-Venga ya -dice la hormiga, estupefacta.
-Te lo juro. Y Manolo (porque el grillo se llama Manolo y es un cielo) me ha retirado y me ha puesto un piso que alucinas, vecina. Y ahora me voy a Londres a grabar un disco.
-No jodas.
-Como te lo cuento. Y luego Manolo me lleva a un crucero por el mediterráneo, ya sabes: Italia, Turquía, Grecia... Ya te escribiré postales de vez en cuando. Chao. 
Y la cigarra se sube el cuello de visón y se larga en el  Rolls Royce. Y la hormiga se queda de pasta de boniato en la puerta. Y luego cierra despacito, y se va meditabunda de vuelta a la estufa y la tele, y se sienta, y mira la despensa, y luego mira otra vez hacia la puerta.Y se acuerda del hormigo del verano, que al final se lió con otra hormiga amiga suya, una tal Matilde Mecachis, piensa. Se me ha olvidado decirle a la cigarra que, ya que va a Grecia, pregunte si todavía vive allí un tal Esopo. Un señor mayor, que escribe. Y si se lo encuentra, que le dé recuerdos de mi parte. A él y a la madre que lo parió.            



    

sábado, 2 de noviembre de 2013

HETERODOXIA DEPORTIVA



¡YO SÍ TENGO DOS EQUIPOS, Y QUÉ!



¿Quién y cuándo decidió que se podía tener únicamente un equipo en el beisbol profesional venezolano? Que yo sepa no hay una cartilla que lo confirme, ni para gozar el espectáculo con la intensidad del caso (detallar los eventos y las jugadas) ni para prolongar la atención durante la temporada en curso (pasión por un favorito). Me resisto a ello, primero porque generalmente los fanáticos más aguerridos, aquellos que no son capaces de darle agua a ningún pelotero que no pertenezca a su franquicia (incluyendo su desempeño en las Grandes Ligas) resultan a la postre los que menos conocen del asunto, y segundo porque, al ser eliminado su equipo favorito en la contienda, a los pobres se les acaba la temporada mucho más rápido que a los demás. Lo contrario ocurre si yo soy por ejemplo de los Tiburones de la Guaira (porque lo soy, igual que soy de los Navegantes del Magallanes) y abrazo como una causa "sentimental" las vicisitudes tan atormentadas de esa franquicia, con su proverbial manera de asumir las derrotas y sus repetidos afanes por no quedar eliminada, siempre al calor de una barra estoica y consecuente, aquella que retumba con la conocida samba cuando uno de los ídolos del equipo (Gregor Blanco por lo general) consigue un sencillo en el noveno inning con dos outs, aunque el partido vaya 10 a 0 en su contra. No sé, pero es una forma muy sencilla de practicar mis viejas andanzas por el comunismo cristiano, dualidad que tampoco es contradictoria, motivado fundamentalmente a que uno pasa la temporada apostando al más débil de todos los equipos sin que la verguenza pueda matarlo en el colosal intento. Más bien nos sentimos (los tiburoneros) acompañados de cierto orgullo perdedor que termina por convertirnos -hasta que eliminan a los Tiburones por enésima vez- en los Robin Hood de casi todas las temporadas de pelota. Claro que existe la muy remota posibilidad de que los escualos queden campeones, con lo cual la alegría se manifiesta con doble rasero, primero por el milagro y segundo porque se presentan por fin a la Serie del Caribe. En la que seguramente van a perder, porque tal es la especialidad de mi equipo sentimental y querido... (Continúe la lectura después del logo que sigue)               

Porque quiero decirles que también soy del Magallanes. Simultáneamente, no como complemento o como pretexto para simplemente alargar la temporada. (Aunque ésa sea una ventaja importante). Aquí, en esta popularísima franquicia, me siento definitivamente cambiado, soy otro, me convierto en un ser de competencias y desarrollo una agresividad que jamás podría experimentar con los Tiburones. La metamorfosis es de tal naturaleza que puedo incluso llegar a odiar con consecuencias terribles, deseando pelotazos, caídas, lesiones, fracturas y hasta la propia muerte a los jugadores de los otros conjuntos. Se me mete el demonio, pues, de manera que no respondo de mí, a menos que el Magallanes se mantenga punteando y los otros equipos, en particular los Tigres de Aragua y con la excepción por supuesto de los Tiburones, se sientan humillados por los triunfos consecutivos de mi novena (aunque ahora deberíamos decir decena por lo del bateador designado) y retumben por todas partes los compases de Billo Frómeta. Ah, porque esa es otra de las ventajas de tener dos equipos como los Tiburones y el Magallanes, que despolarizan, puesto que la dupla CARACAS-MAGALLANES no es en modo alguno la determinante debido a que la verdadera competencia, por ser el otro yo de los Tiburones y al mismo tiempo por estar en los límites con Valencia, se manifiesta directamente con los Tigres de Aragua. ¿Que cómo hago cuando se enfrentan los Tiburones y el Magallanes? Muy sencillo, lo echo a la suerte, tiro una moneda al aire y voy al que salga favorecido. Si son los Tiburones me desmarco de todo pesimismo, pero si es el Magallanes, me hago el loco con la rabia y hasta concibo la idea de que a los jugadores contrarios no les ocurran desgracias. Sea dicho finalmente y con mucho orgullo que convivo perfectamente con mis dos equipos y al mismo tiempo con mis dos personalidades. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a mi sobrino Emiliano, tan fiebrudo del beisbol como yo, aunque lamentablemente sea de los Leones del Caracas).          

viernes, 18 de octubre de 2013

LA ENCRUCIJADA FORTUITA

Apelamos nuevamente a la presente entrada para dar cuenta de hoy, 18 de octubre, día en que Venezuela se enfrentó a la disyuntiva de la salida pacífica o el golpe militar en 1945. Añadimos sin embargo un dato importante que recoge la opinión de Simón Alberto Consalvi  y en la que el intelectual merideño (figura protagónica del siglo XX y a su vez historiador prestigioso) afirma que la opción convenida alrededor de Diógenes Escalante no tenía probabilidades de éxito, pues según su análisis, la candidatura de Eleazar López Contreras que también competía en aquellos momentos, por ejercer el control mayoritario del Congreso de entonces, tenía asegurada la Presidencia de la República. Conocido ese testimonio que el periodista Ramón Hernández le arranca a Simón Alberto Consalvi en su libro Contra el olvido, no por ello cambiamos nuestro punto de vista. Más bien lo ratificamos: el imponderable de la locura de Escalante fue lo que hizo que nuestra democracia, desgraciadamente, surgiera de un acto de fuerza. Lean por segunda vez mis opiniones al respecto:

SI SE LES ABRE EL CORRAL DESPUÉS ES MUY DIFÍCIL METERLOS




¿Conoces este rostro? ¿Sabes que tiene más que ver contigo de lo que te imaginas? Digamos que su vida estuvo asociada a una circunstancia de primer orden, allá por los años 40, cuando la presión sobre los seguidores del gomecismo se hizo muy evidente y comenzaron a expresarse las primeras demandas sobre una democracia directa. Diógenes Escalante, porque así se llama el señor de la foto, es el principal protagonista de uno de los momentos de mayor significación en la historia de Venezuela. Era embajador en Washington cuando el gomecismo "blando" de Medina Angarita lo llamó a ejercer la presidencia de Venezuela. Todo estaba fríamente calculado, a la manera del Chapulín, puesto que se habían concertado las fuerzas políticas alrededor de su candidatura, y el Congreso Nacional (único depositario de la voluntad electoral de entonces) lo elegiría inevitablemente Presidente de los venezolanos. ¡Unidad total para una transición pacífica hacia las elecciones directas, universales y secretas! Pero una cosa es la que el hombre propone y muy otra la que Dios dispone. De pronto, durante una mañana en que debía concurrir a un desayuno en el palacio presidencial, se le volaron los tapones al pobre, divagó largo rato sobre el paradero de sus camisas y, finalmente, luego de que una Junta Médica certificara su estado demencial, el hombre fue declarado incompetente para el cargo. Un imponderable, el "cisne negro" de la política venezolana, la coyuntura que nos hundió al final, tales son los calificativos posteriores al evento. Lo cierto es que de aquel inesperado acontecimiento se produjo luego el golpe cívico-militar del 18 de octubre de 1945, con un efecto doble para la Venezuela contemporánea, víctima por un lado del surgimiento de la democracia por una vía no democrática y por el otro, con todo y lo importante que fue el ensayo de Rómulo Gallegos y todavía más tarde la democracia civil establecida en 1958, víctima también de la salida de los militares de sus cuarteles. Desde entonces los venezolanos rezamos -y parece que Dios no quiere escucharnos- para que esos genios que se escaparon una vez de sus predios naturales, regresen nuevamente a sus respectivas botellas. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos que entienden y comparten la división de los poderes en el sistema democrático moderno, pero también al propio Diógenes Escalante, quien de haber llegado a la presidencia nos habría ahorrado más de un gobierno militarista y al mismo tiempo superado el momento sin que apeláramos a la violencia).           
       

sábado, 12 de octubre de 2013

BATIDO DE RAZAS




DÍA DE LA RESISTENCIA A LA TONTERA INDIGENISTA


Digan lo que digan, siempre se trató de un encuentro. Por más que sus detractores insistan en desconocer el hecho y vaticinen que sin él la América Latina sería un verdadero paraíso, lo cierto es que por sus consecuencias es que estamos aquí, ahora, en vivo y en directo, y además redactando en español el texto que corresponde al Descubrimiento de un Nuevo Mundo. Si como se dice nuestro territorio fue al principio un continente vacío, pues convengamos con certeza y expresemos sin ningún miramiento que nadie (salvo los reptiles que habitaban en tiempos de María Castaña estos inhóspitos espacios) podría reclamar como suya la posesión de la América. Todos llegamos de afuera, en tiempos distintos pero siempre de afuera, de modo que no existe una originaria población autóctona entre nosotros, a pesar de la teoría de Ameghino y de lo dicho por los indigenistas más recalcitrantes. Pese a éstos últimos es que venimos de un condimento múltiple, como si poco a poco y en un proceso de contaminación permanente, alguien o algo, un Dios travieso o el destino insolente, nos hubiera metido en una licuadora para hacernos venezolanos y americanos de la manera que lo somos hoy. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos americanos que saben que sus antepasados -españoles, indios y negros- no pueden ser separados después que la licuadora los convirtió en la vaina buena y mala que son. Por el Quijote, por el tambor y por el picante es que celebramos el 12 de octubre, señores).             


martes, 1 de octubre de 2013

LA CAGADA DEL SIGLO



¿EL INTELECTUAL NO TIENE QUIEN LO REPRESENTE?



El 456 aniversario de Trujillo se hará en honor a Mario Briceño Iragorry, el gran civilista. Para variar: un militar será el orador de orden. (FOTOSÍNTESIS no se atreve ni a comentar semejante barbaridad política)   

sábado, 14 de septiembre de 2013

EL TRUJILLANO EJEMPLAR


A 116 AÑOS DE SU NACIMIENTO



Discurso pronunciado por el profesor Antonio Vale en el acto de imposición de la Orden “Mario Briceño Iragorry” por parte del CLET, a personalidades e instituciones destacadas en el estado Trujillo (31 de octubre del 2003)


SEÑORAS Y SEÑORES
Ante todo una carta de presentación: “El destino de América es una prolongación del destino de España”, dice Mario Briceño Iragorry en una de sus afirmaciones más polémicas. Quiero repetir la frase con la venia de ustedes porque a simple vista puede resultar contradictoria. “El destino de América es una prolongación del destino de España”. El juicio tienta a quienes aman la patria, pone en entredicho los orígenes de América en la misma América y enfatiza deliberadamente sobre una variable histórica, la que se remonta a la Madre Patria. Fuera de contexto existe la posibilidad de que condenemos injustamente a Mario Briceño Iragorry, por esa frase y por muchas otras. Pero es con ella que deseo abrir la fiesta. La confrontación política que desborda las calles como si asistiéramos a la más celebrada de las patologías nos está exigiendo un nuevo ajuste de cuentas. Vayan por delante dos consideraciones de rigor. La primera es obvia: la Orden lleva el nombre del insigne Trujillano y no estaríamos honrándolo si no aludimos a sus preocupaciones sobre la historiografía y el pasado. La segunda es urgente: presume que la tarea de recomponer el proceso de la historia de Venezuela todavía no ha sido comprendido y que el mensaje de MBI continúa buscando los interlocutores de siempre. Voy a navegar por ese mar profundo que invoca ambas consideraciones, a tientas, porque no soy de los que militan en la prepotencia ni de los que se complacen martirizando a sus escuchas ocasionales. Sólo fabricaré el decimocuarto tapiz, si me lo permiten, si no es que el propio don Mario me avienta desde el Archivo del Cielo uno de sus formidables reclamos.

   Contrario a lo que se cree, la historia no es una página cuadriculada. Su tiempo es psicológico, nunca matemático. De allí que sea imposible escoger a capricho la herencia colectiva a la que pertenecemos. No podemos ser hijos de la Independencia si al mismo tiempo no somos nietos de la Colonia. Afortunadamente los hitos que separan ambos procesos son convencionales, como los usos horarios o las agujas del reloj. Sirven para orientar nuestro camino, pero no para dar cuenta de la memoria colectiva de un pueblo.

   Quién hubiera pensado que por una idea parecida, por supuesto que más elaborada y explícita, don Mario sería marcado con el más despreciable de los malentendidos. Ubicado entre quienes figuraban como intelectuales apátridas, supuesto partidario de la herencia de Sepúlveda y además defensor desnaturalizado y peligroso de la Leyenda Dorada, comienza a recibir los ataques de sus detractores a partir de 1934, año en que publica por primera vez sus maravillosos Tapices de historia patria. Desde ese momento es un incomprendido que tendrá que fajarse con los arcabuceros de la piratería. Pero desde allí mismo los instruye, les explica en fina prosa la tragedia de los encuentros milenarios que responden a una constante humana: “Las culturas antiguas se expandieron como sello de bélicas conquistas o como botín arrancado a los vencidos: cuando los romanos invadieron el imperio macedónico, advirtieron a su regreso a la Ciudad Eterna que el águila legionaria cubría bajo sus alas lechuzas atenienses”. Sobre un tablero de direcciones van tejiéndose los acontecimientos junto a las más agudas reflexiones del escritor trujillano. Todas están destinadas a lo mismo, a romper diques, a enfrentar la tesis simplista de que nuestro pasado es glorioso a partir de 1810 y que la etapa correspondiente a la Colonia, considerada por algunos historiadores como una verdadera madeja de tinieblas, nada tiene que ver con el pueblo que somos hoy. El mentís de MBI constituye una requisitoria de lujo. En apretadas páginas va discurriendo sobre los aspectos más importantes de nuestra historia: la integración del territorio, la evolución cívica de la encomienda, el nacimiento del espíritu de la nacionalidad, el papel de los cabildos, la instrucción en la Colonia y otras expresiones evolutivas de nuestro pasado como pueblo. Obra de reflexión histórica, Los tapices sorprenden por la forma amplia, amena y al mismo tiempo profunda en que son pintadas las cuestiones más engorrosas de la historiografía moderna. No es en modo alguno un tratado evolutivo sobre las etapas de la humanidad, tan propio de los movimientos en boga. Son bosquejos que quieren ser vistos por la gente para alcanzar un punto de comunicación con el pasado. Un método y un ángulo, la mirada certera que necesita el estudioso para interpretar adecuadamente los procesos y el camino que muestra a los lectores para que hagan con las historias un pesebre de sueños en sus casas. ¡Nunca una obra libró tan apasionada batalla para sobreponerse a los muros de la Academia! Desafortunadamente, hoy continúa siendo una lectura exclusiva de historiadores y especialistas.

   Pero MBI no es de los intelectuales que se conforman con el enunciado. Ha propuesto un camino alterno y sabe que su siguiente paso es transitarlo. Todo es historia en él: sin prejuicios que le nublen la mente ni ligerezas que lo aparten de su trabajo. Cuando la Segunda Guerra Mundial toca indirectamente las costas de Venezuela, en vez de la proclama vocinglera o de los llamados miedosos a la ponderación que pregonan muchos de sus contemporáneos, don Mario publica un libro de epístolas, tan original por su composición como por el modelo escogido para explicar el momento. Alonso Andrea de Ledesma, el viejo conquistador ejecutado por los corsarios a finales del siglo XVI y cuya muerte es un símbolo para la Venezuela de entonces, se convierte en viva llama del siglo XX. No es que Bolívar ha sido sustituido por la hazaña de un advenedizo y oscuro conquistador extremeño, como suelen decir algunos. Lo que don Mario muestra es la versión dilatada de la Historia, el producto completo y laborioso de unos documentos que ha revisado con la paciencia del agudo investigador que es. “Cuando Alonso Andrea de Ledesma sacrificó su vida en aras de la patria nueva      –sentencia el historiador trujillano- creó la caballería de la libertad, cuyo máximo representante habría de ser Simón Bolívar”. Esa línea no es abandonada en ningún momento; al contrario, don Mario la refuerza con nuevas proposiciones y hallazgos, con dramas colectivos como El regente Heredia o como Casa León y su tiempo, sobre todo porque ambos personajes andan y desandan por los corredores del poder político venezolano: el primero por su grandeza, y cuya dimensión justifica don Mario utilizando las sabias palabras de Romain Rolland: “No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento o por la fuerza, llamo héroes sólo a aquellos que fueron grandes por el corazón”. Y el segundo por su astucia, por su enorme capacidad para medrar a la sombra de todas las circunstancias. De él ha dicho Mariano Picón Salas lo más emblemático de sus correrías: “El marqués de Casa León, el que en medio de la gran tormenta revolucionaria prepara siempre una puerta de escape; el que sin ideas ni convicciones, sirve y traiciona, alternativamente, al rey, a Miranda, a Monteverde, a Bolívar y a Boves”. La paradoja es otra sorpresa para los historiadores acomodaticios. En efecto, mientras la figura de José Francisco Heredia, “que es la más amable de cuantos cruzan los caminos de la historia política de Venezuela”, pertenece al partido de los realistas, la de Antonio Fernández de León es en cambio un producto directo del partido de los patriotas. De cualquier lugar salta la liebre, señores. Porque el bellaco y el noble aparecen como engarzados en los anales de nuestra evolución como pueblo.

   Flaco favor le estaría haciendo a una Vida y a una Obra como la de don Mario si no traspongo los tiempos. Porque esa es otra de sus virtudes: mirar el pasado con los ojos encendidos del presente sin que por ello se alteren los acontecimientos. Nunca antes un intelectual cumplió ese mandato con tanto cuidado y tanta preparación historiográfica. Por eso es que debemos regresar a él, sin temores ni cortapisas, abriendo nuevamente el camino de las relaciones con el presente y combatiendo las supersticiones de los arcabuceros de turno. ¡Me imagino cuánta incomodidad deben estar sufriendo por la visión totalizadora de la historia! Otra vez aparecen –traídos por los cabellos, ajustados a los tiempos de un mundo donde ya es imposible mantenerse encerrados en la reducida aldea en la que nacemos- las figuras imponentes y señeras de las rebeliones pasadas. Guaicaipuro y Bolívar son nuevamente los arquetipos. No por el tesón de uno o por el pensamiento singular del otro, sino por sus armas, porque la flecha y la espada son evocadas melancólicamente como si nosotros estuviéramos dirigiendo las guasábaras de Los Teques o pronunciando un nuevo discurso en el Chimborazo. Obligan ellos a que la historia los complazca, inventan filiaciones insostenibles y hacen del proceso histórico un desordenado y caprichoso rompecabezas. A veces farragoso, pues no logra conectar a Guaicaipuro con la Independencia so pena de reconocer que es imposible escamotearle a Bolívar la veintena de conquistadores que lo anteceden en su prosapia. A veces divertido, porque mitifican las hazañas con las más increíbles historias sobre personajes complementarios, como en el caso de Nevado, el perro célebre de Bolívar que por adoctrinamiento ideológico –milagro y fortaleza de la lucha canina- únicamente le mordía las patas a los caballos de los realistas. No se dan cuenta que incurren en el peor y más sancionable de los errores. Aparte de la impostura, porque la celebrada épica no está acompañada de una verdadera epopeya que respalde las conclusiones de sus numerosos y cándidos creyentes. Tal vez es la poesía y no la historia la que nos ayude en estas horas de atolondrada lujuria patriótica. De qué lugar vinieron estos perros/ fuego eran por las cejas/ qué serpiente endulzó ese veneno/ quién los alimento cuando niños/ -canta Ramón Palomares evocando el asombro de nuestros abuelos indígenas. Pero también es allí, en esas páginas dedicadas a Santiago de León de Caracas, donde vibran los sentimientos de nuestros abuelos conquistadores. Ya no podremos arrancarnos de vos Santiago de León/ ni sacudir el polvo que con heridas, manchas y virtudes/ has ajustado en nuestra sangre/ y seremos ya esta única ventura/ tu ventura y tu gracia/ hasta el fin. Es muy fácil participar en guerras de hace quinientos años o militar a favor de una conspiración mantuana que puede resultar contraria a sus mejores propósitos. Lo difícil es penetrar los socavones del tiempo mirando las tipologías que caracterizan la historia de Venezuela y cuyos procesos no son planos como algunos los pintan. La hora requiere de una cuidadosa ponderación en los análisis y de nuevos acercamientos a nuestro pasado remoto, al remoto y al reciente, puesto que existen causas polivalentes que han provocado el regreso de las viejas posiciones autoritarias que creíamos superadas con el tiempo. De nada nos sirvió el Bolívar de las estatuas, ya lo sabemos, pero tampoco nos sirve un Bolívar realengo que parece apoderarse de todas las manifestaciones humanas y además matándonos de puro y simple aburrimiento.

   Ignoro cuántas veces habrá que repetir la idea de que la tradición y la ruptura no son conceptos excluyentes. Aprovecho el momento para decirlo en las palabras más elocuentes que conozco, las del poeta Octavio Paz: “La crítica de la tradición se inicia como conciencia de pertenecer a una tradición. Nuestro tiempo se distingue de otras épocas y sociedades por las imágenes que nos hacemos del transcurrir: nuestra conciencia de la historia”. Justo y pertinente recuerdo para aquellos que, prevalidos de ciertas pretensiones que no pasan de sustituir los nombres tradicionales por otros nombres generalmente más horrorosos que los anteriores, de milagro no modifican los puntos cardinales con símbolos indigenistas, emblemas de la Independencia o briosos caballos que galopan las montañas y las sabanas en esta Guerra Federal de mentira.

   Quienes se han acercado al árbol frondoso de Briceño Iragorry saben que apenas me he detenido en su tronco. Sobre él se empinan ramajes de colores diversos, aunque siempre con la idea capital de la historia como proceso y no como la suma de períodos convencionales. Hoy, cuando asistimos a una nueva borrachera patriótica y la historia se presenta como una disciplina hípica en la que los próceres compiten entre sí para llegar a como dé lugar a la ansiada meta, la idea totalizadora de la historia cobra mayor vigencia. Lo que vivimos no nos vino del aire. Ha sido el resultado de errores garrafales cuyos signos de relieve son la desidia, el silencio y la corrupción. Se equivocan de a medio y de ambos lados de la calle quienes perciben el proceso como una ruptura y no como la prolongación de una larga crisis que se inició con la voracidad de los partidos políticos. Vivimos el epílogo de una época vieja y no el prólogo de una sociedad diferente. Es la misma película repetida que se originó por la degradación de los anteriores principios doctrinarios. Pese al jolgorio panfletario, el sistema es el mismo. Pese a la beneficencia pública, quienes se benefician son pocos. Pese a la cháchara redentora sobre los humildes, las calles siguen abarrotadas de pordioseros y de niños sin comida. ¡El país más hermoso de América lo hemos convertido en una despreciable aldea de segunda! Y con un agravante: nuestra tradición democrática está amenazada por la más peligrosa enfermedad que conocemos los venezolanos, la de los mujiquitas, esa suerte de modelo alterno que siempre ha sustituido a la inteligencia en los períodos de mayor quiebre institucional. No sé que ocurrirá con nosotros. Lo que sí sé es que si no nos ponemos de acuerdo reconociendo nuestros errores históricos, inaugurando un modelo de tolerancia política que valore la justicia, la equidad y el trabajo, no habrá Bolívar que nos socorra. Si en verdad hay cambios, la hora no será de las mismas conductas fanáticas. De lo contrario pereceremos.

   QUERIDOS AMIGOS: Imaginen por un momento que entramos junto a don Mario a la escuela de primeras letras del viejo don Eugenio Salas Ochoa. Sabemos por su ubicación que en esa casa espantan a diario, y que a su lado, como para otorgarle señorío a la cuadra donde unos inolvidables y luminosos ojos negros hirieron una vez al escritor trujillano, se firmó en 1813 el Decreto de Guerra a Muerte. Por coincidencia fue también allí donde funcionó por primera vez el Ateneo de Trujillo, de manera que, por obra de la tradición, nos encontramos literalmente en la misma escuela del viejo maestro. Seres vivos y muertos atraviesan los corredores sin percatarse de sus tiempos pasados. Don Mario ya no es un niño, está hablando con su tocayo y discípulo Mario Briceño Perozo acerca de un documento recién hallado en el patio. En un salón oscuro, custodiada la entrada por dos morrocoyes que llevan en sus lomos letreros alusivos a la Cuarta y Quinta Repúblicas, Salvador Valero pinta un mural de sueños. Alguien recita un verso de Ramón Palomares, y lo hace rodeado de pájaros, de niños y de flores. Observen con detenimiento la fuente donde se avistan las cuarenta naves de Odiseo. No, no son las de Troya, son las que vio el hermano siamés de Ednodio Quintero en las aguas del Burate mientras se marchaban tranquilas rumbo a las islas encantadas. Un tropel de sombras se ha apoderado de la cocina impidiéndole la entrada a los demás visitantes: son ellos, los fantasmas de Andrés Barazarte que han venido a acompañarnos después de tantas vicisitudes mundanas. Pueden ver en el otro salón, junto al tinajero, a don Tulio Montilla, probablemente contando la historia del camino de piedra o la leyenda fascinante que le dio origen a la población del Cenizo. De Santa rosa ha llegado el enano de la Kalenda bailando al son del cinco y el furruco en una algarabía que no tiene final. Sus acompañantes reparten libros de autores trujillanos: los de Ana Enriqueta Terán, los de Arturo Cardozo, los de Pérez Carmona, los de Valera Martínez, los de Benigno Contreras, los de Alexi Berrios y pare usted de contar.
   De esa escuela venimos, y a ella regresamos hoy emocionados por el recuerdo. La Orden Mario Briceño Iragorry que ha desempolvado el Consejo Legislativo Regional por iniciativa de su Presidente José Hernández y por los demás miembros del referido cuerpo, tiene un significado de trascendencia para los hombres dedicados a la vida civil. Ustedes, gentes de letras, del arte, de la ciencia, del comercio y el deporte, pueden sentirse orgullosos de llevarla como la prolongación de una obra dedicada a la paz social.

MUCHAS GRACIAS          

jueves, 29 de agosto de 2013

RETRATO DE UN LIBRO QUE NOS MARCÓ


¡Sacalapatalajá!


Quiero la fotografía así, borrosa y con los dos símbolos más importantes enfrente: su título, Fiebre, y su autor Miguel Otero Silva. Porque es así como se me aparece bajo un manto de contradicciones insalvables, a veces ingenuas y otras divertidas, pero sobre todo cargada de momentos transgresores. No sé si todos conocen los detalles de la obra o si la grandeza del autor la escucharon de sus mayores, aunque hoy en día, si algo caracteriza a cierta parte de la actual generación (que no a toda por si acaso) es que a menudo siente un orgullo desafiante porque posee muchísima ignorancia. (Y no es un chiste). Para resumir mi experiencia con la obra, digamos que es una novela política que narra las vicisitudes de la llamada Generación del 28, que fue publicada por primera vez en 1939 y modificada en 1971 por el mismo Miguel Otero Silva, pero sobre todo que ejerció sobre los adolescentes de los años 60 (incluida mi modesta persona) un poder irresistible y calenturiento. Tan deficiente era la novela desde el punto de vista literario que el propio autor la corrigió 32 años más tarde. Pero tan relevante era su temática, la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, que hoy continúa exhibiendo una pertinencia política de primer orden. El autor tenía 20 años al escribirla y nosotros apenas 18 cuando la leímos. Ni él ni nosotros seríamos los mismos después. Se nos había creado la pasión por conocer y el delirio por hacer, una suerte de compromiso juvenil que emanaba del solo nombre de la novela y que nosotros, gracias al talento del Miguel Otero Silva principiante que como sabemos se convertiría luego en uno de nuestros escritores más emblemáticos, recibimos contagiados y con una desmedida inocencia. Por supuesto que leímos con el tiempo al Miguel Otero Silva maduro (especialmente  al de "Lope de Aguirre, príncipe de la libertad") pero la fiebre de su primer libro ya se había inoculado en todos sus lectores. Mi generación por delante, que desde entonces no tuvo reposo ni dejó de cultivar el mundo de la las cosas más elevadas. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos los jóvenes que por dejadez, orgullo de no saber o pura insensibilidad todavía no han conseguido un libro que los conmueva. ¡Acuérdense del Junior, perezosos, que los libros no muerden!)           

domingo, 25 de agosto de 2013

LO SABROSO DE UN CONTRASTE


LOS OTROS JONRONES DE MIGUEL CABRERA


¿Quién no conoce al tercer bate de los Tigres de Detroit? ¿Qué venezolano no se ha conmovido por uno de sus estacazos memorables, ora de cuatro esquinas -"bien lejos", como suele decirse de sus numerosos cuadrangulares- o por los callejones escondidos donde no parece que la bola va a pasar? Lo pronuncio sin que en ello se me vaya ninguna hipérbole: No creo que exista un símbolo deportivo de mayor relevancia en la Venezuela de hoy como el que tienen ustedes enfrente. Pero vamos por partes, porque no es una crónica deportiva lo que me anima en esta ocasión. Quiero más bien subrayar un contraste que se ha vuelto muy claro en estos tiempos de "subidas rápidas", de liderazgos repentinos, de loterías y "caminos verdes"  que nos ofrecen como alternativa de cambio -y además orgullosa- la de acabar aplastados por un Gobierno que desplaza completamente la iniciativa del ciudadano y lo confina a la ciega y poco crítica condición de borrego. Si algo se combina en los hombres como Miguel Cabrera es su capacidad individual de soñar ("seré un grandesliga") con una dura y exigente entrega que potencia enormemente los valores de la superación. El individuo y su autoestima son el bate y el guante que dan paso a una disciplina gustosa, que no tiene pausa y que se prolonga todo el tiempo a pesar incluso de los entuertos. Sea en el campo de béisbol, en la política, en el arte o en cualquiera otra de las actividades humanas, los aspirantes que carecen de ese toque personal que los obliga al trabajo sostenido y fecundo jamás conquistan su sueño. Por eso es que cada batazo de Cabrera le da en la madre al Gobierno de su país, porque un Gobierno que fabrica súbditos, clientes, mendigos a lo largo del territorio nacional, no está en capacidad de promover valores a largo plazo, mucho menos si se trata de emular a un triple coronado como es el caso del maracayero. Ah, olvidaba decir que me complace finalmente que sea Miguel Cabrera uno de los pocos "productos" del país, junto con el petróleo por supuesto, que le cobra sus servicios en dólares al mismísimo Imperialismo Norteamericano. De contrastes vivimos, Sancho. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos venezolanos que han hecho de sus esfuerzos el mejor de los caminos para sus propios jonrones).       
               

domingo, 18 de agosto de 2013

¿UNA GUERRA INÚTIL?


LA RECTIFICACIÓN TARDÍA


Por supuesto que es él, Miranda en la Carraca, el cuadro que Arturo Michelena convirtió en un símbolo para los venezolanos de todos los tiempos. Razones artísticas aparte, digamos que la obra retrata un momento muy contradictorio en la historia de la Independencia de Venezuela, en particular por los antecedentes reales que la motivan, no tanto porque la prisión se debe a una derrota en la que el mismo Precursor aparece como responsable directo (la República ha caído en manos de un aventurero como Monteverde por una muy dudosa Capitulación) sino porque sus propios compañeros de armas, entre ellos el futuro Libertador Simón Bolívar, lo han entregado a la justicia española acusándolo de traidor a la Patria. La historia se sabe en detalle por aquella "madrugada triste" en que el anciano fue sorprendido por sus captores y en el acto de forcejeo pronunció sus palabras de mayor consumo: "Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche". ¿Qué pensaba Miranda en aquellos momentos tan difíciles? De las hipótesis manejadas nos inclinamos por la que menos ratifica la mitología tradicional del heroísmo y la guerra, es decir, por aquella que lo hizo considerar que seguir con la violencia era definitivamente un crimen: probablemente una repetición del terror que había conocido en Francia. Fraguó en la intimidad de esa cárcel la apertura de un proceso de negociaciones que unificaría los dos continentes y, sobre todo, la posibilidad de evitar que los venezolanos nos siguiéramos matando como unos grandes pendejos. En vano, desde luego, puesto que si hubo una salida pacífica al conflicto de la Independencia, Miranda la vio muy tarde, ya cuando la torpeza de la Corona española no pudo ser más evidente y la devoción por la guerra se convirtió en una constante americana. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos venezolanos que no ven la Guerra de la Independencia como un proceso impoluto ni como si fuera la última pepsicola del desierto).                    

martes, 13 de agosto de 2013

SOCIALISMO A LA VENEZOLANA


EL HORROR DEL FANATISMO


ANTES

DESPUES


He aquí la mancha más negra del Gobierno chavista. Los dos rostros del Comisario Iván Simonovis. Un desgaste físico y mental que ha hecho que José Vicente Rangel recuerde nuevamente los tiempos en que defendía los derechos humanos, allá por los tiempos de María Castaña. (FOTOSÍNTESIS se ahorra todo tipo de comentario para esta entrega de hoy)

domingo, 11 de agosto de 2013

LA ENCRUCIJADA FORTUITA


SI SE LES ABRE EL CORRAL, DESPUÉS ES MUY DIFÍCIL METERLOS
¿Conoces este rostro? ¿Sabes que tiene más que ver contigo de lo que te imaginas? Digamos que su vida estuvo asociada a una circunstancia de primer orden, allá por los años 40, cuando la presión sobre los seguidores del gomecismo se hizo muy evidente y comenzaron a expresarse las primeras demandas sobre una democracia directa. Diógenes Escalante, porque así se llama el señor de la foto, es el principal protagonista de uno de los momentos de mayor significación en la historia de Venezuela. Era embajador en Washington cuando el gomecismo "blando" de Medina Angarita lo llamó a ejercer la presidencia de Venezuela. Todo estaba fríamente calculado, a la manera del Chapulín, puesto que se habían concertado las fuerzas políticas alrededor de su candidatura, y el Congreso Nacional (único depositario de la voluntad electoral de entonces) lo elegiría inevitablemente Presidente de los venezolanos. ¡Unidad total para una transición pacífica hacia las elecciones directas, universales y secretas! Pero una cosa es la que el hombre propone y muy otra la que Dios dispone. De pronto, durante una mañana en que debía concurrir a un desayuno en el palacio presidencial, se le volaron los tapones al pobre, divagó largo rato sobre el paradero de sus camisas y, finalmente, luego de que una Junta Médica certificara su estado demencial, el hombre fue declarado incompetente para el cargo. Un imponderable, el "cisne negro" de la política venezolana, la coyuntura que nos hundió al final, tales son los calificativos posteriores al evento. Lo cierto es que de aquel inesperado acontecimiento se produjo luego el golpe cívico-militar del 18 de octubre de 1945, con un efecto doble para la Venezuela contemporánea, víctima por un lado del surgimiento de la democracia por una vía no democrática y por el otro, con todo y lo importante que fue el ensayo de Rómulo Gallegos y todavía más tarde la democracia civil establecida en 1958, víctima también de la salida de los militares de sus cuarteles. Desde entonces los venezolanos rezamos -y parece que Dios no quiere escucharnos- para que esos genios que se escaparon una vez de sus predios naturales, regresen nuevamente a sus respectivas botellas. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos que entienden y comparten la división de los poderes en el sistema democrático moderno, pero también al propio Diógenes Escalante, quien de haber llegado a la presidencia nos habría ahorrado más de un gobierno militarista y al mismo tiempo superado el momento sin que apeláramos a la violencia).           
       

domingo, 4 de agosto de 2013

EL PORTEÑAZO



UNA FOTO OPORTUNA PARA UN MOMENTO TRISTE

La foto es muy conocida y ha despertado las más diversas polémicas acerca del alzamiento militar ocurrido en Puerto Cabello el 2 de junio de 1962. Tanto opiniones oficialistas como opositoras reclaman para sí la víctima (Luis Antonio Rivero Sanoja) que aparece auxiliada por el sacerdote (Luis María Padilla) en medio del fuego cruzado que no le da tregua a los participantes. Entre 400 y 700 muertos se calculan las bajas. Una mortandad, si a ver vamos, y de venezolanos, producto fundamentalmente de las circunstancias de una época de estreno democrático y de las ideas revolucionarias de entonces, no por casualidad provenientes de Cuba, y cuyo lema era convertir la América Latina en un laboratorio de violencia sin miramientos de ninguna clase. Si obviamos el destino glorioso de la foto (único Premio Pulitzer que se conoce hasta hoy en Latinoamérica y que consagra definitivamente como reportero gráfico al desaparecido Héctor Rondón) poco importa si el soldado era tirio o troyano. Importa sí, que era un venezolano atrapado en la refriega de la Lucha Armada y que se movía en unas condiciones absolutamente distorsionadas por el episodio de la Sierra Maestra, uno de los hechos más expectantes y al mismo tiempo más dañinos de que tengamos memoria los latinoamericanos. La idea de multiplicar la experiencia de los barbudos cubanos le costó a Venezuela (junto a otros países del área) una generación completa, y por correlato, su secuela sirvió también para que una izquierda estacionaria y resentida (renuente a los cambios de la historia) se aliara al militarismo bolivariano y consiguiera ejercer el poder desde una perspectiva excluyente. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a los jóvenes que no vivieron la equivocada fantasía de los años sesenta, a la vez que  los exhorta, con todos los hierros, a evitar cualquier confrontación violenta en el futuro. Que gravite sobre ellos una sola consigna para Venezuela: "¡Nunca más una foto como ésta!")              

lunes, 29 de julio de 2013

HERMENÉUTICA DE UN AVISO





QUE SOMOS UNA PULPERÍA, SEÑORES




Estamos en una de las ciudades más "modernas" de Venezuela. De este punto a un Centro Comercial cosmopolita solo distan cuatro cuadras. Véase que la oferta de productos no tiene la prioridad de los consumidores habituales: leche, harina pan, papel higiénico, etc. Nótese además que los bienes que aparecen en el letrero no son ni remotamente beneficiosos para la salud pública, y que, si se ingieren con regularidad o por simple mal hábito, bien podrían iniciar el camino más corto para entenderse con La Pelona. Hay que decir que un aviso como este contraviene la vieja tesis (de Mariano Picón Salas, por supuesto) según la cual Venezuela entró a la modernidad a finales del año 36, durante el siglo XX, precisamente con la muerte de Juan Vicente Gómez. Hay que decir también que en nuestro país conviven la Venezuela rural y la urbana como si se tratara de dos hermanitas de la caridad, sin exclusiones, amándose la una a la otra como en los mejores momentos del cristianismo. Por este aviso sabemos que no hemos despegado gran cosa en el concierto de las naciones, que todavía libramos una lucha entre Civilización y Barbarie y que, pese a los asombros de la Oposición que todos los días le echa paja al pobre gobierno bolivariano, la existencia de unos Presidentes  como los que hemos tenido en los últimos catorce años (en realidad son dos) no es explicable sino a la luz de semejante letrero. (FOTOSÍNTESIS le dedica esta entrega a todos los venezolanos no chavistas que han decidido compadecerse de sus adversarios. Yo entre ellos y por el significado que tiene cada palabra -refrescos, maltas, bambis, cigarros y chimó- en esta Piedra de Rosetta que dice tanto)                 
    



lunes, 22 de julio de 2013

AHI ESTA EL DETALLE





NOMAS APURRUÑATE, MI CUATE

Ahí está el detalle


Jamás la he olvidado, pese a que vi sus películas restantes. De ella y con ella partí para todos mis análisis del personaje, el original por supuesto, no el decadente y sentimental moralista en el que se convirtió luego como producto de una metamorfosis lamentable. Dos cualidades son las más destacadas de Cantinflas, su repetida manera de caer en situaciones de doblez -siempre tiene que vérselas con una suerte de complot donde él mismo debe asumir otra personalidad- y su proverbial forma de conducirse con sus amigos más íntimos, sobre todo  en el momento de la impostura que le toca representar. Los trata de "igualados", simulando y hasta creyendo que su posición es producto de una meritoria condición privilegiada, de clase social alta o de un abolengo repentino que él mismo persiste en asumir como si fuera auténtico, marcando las distancias chocantes del converso y haciendo que sus acciones no sean otra cosa que una verdadera y genial parodia... 
Renglón aparte nos merece la forma en que Cantinflas se dirige a sus semejantes. Aquí mismo -en "Ahí está el detalle" que es para mí la mejor película de su larga carrera- lo comprobamos en uno de sus instantes más estelares. A la pregunta del abogado acusador en el juicio que se le sigue "¿A ver, jovencito, cuál es su gracia,?" Cantinflas responde de inmediato y sin inmutarse, y en uno de los más espectaculares momentos del cine: "La facilidad de palabra". (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a quienes siguen viendo en Cantinflas la mejor parodia de los conversos y no el decadente personaje que manipularon luego las películas a color para convertirlo en un moralista de llantén y mocos por cualquier cosa).            

martes, 16 de julio de 2013

LAS MENINAS






QUE EN LAS MENINAS NO APARECE EL PERRO, SEÑORES






Cuando las vi de frente cargaba un dolor de coyunturas que no me había dejado en tres días. El maldito ácido úrico hacía de las suyas y en el salón donde estaban "Las meninas" no había donde sentarse; pero además, como si se tratara de una conspiración universal, unos turistas japoneses -probablemente un colegio venido de lo más profundo del archipiélago- contemplaban la pintura con un escandaloso juego de manos que yo no supe si atribuirlo a las edades de los chamos o a una secuela de la bomba atómica lanzada en 1945, en particular porque no era del todo normal el jolgorio. De todas maneras allí estaban ellas, "Las meninas" de Velázquez, el cuadro que el doctor Astorga nos había enseñado por primera vez en la Escuela de Historia de la ULA y que yo había asumido con una responsabilidad personal, metafísica, directamente asociada con otras edades y otros tiempos remotos, generando en aquella mirada asombrosa la relación de mayor misterio que yo haya tenido con el arte. Afortunadamente se inauguraba ese mismo mayo una exposición de Goya que atraía la atención mayoritaria del público, incluyendo a los japoneses, de manera que las prioridades ajenas me dejaron confrontar el viejo misterio de mi relación con  la obra, pensando en las múltiples explicaciones que yo había leído en numerosas y especializadas ocasiones, desde las  escritas por Carlos Fuentes (tan didácticas) hasta los más intrincados razonamientos de Michel Foucault (tan exigentes). De pronto me sentí contento, agradecido de Goya por el enorme gentío que convocaba en la otra sala contigua, yo extasiado y rígido frente a las "Meninas", literalmente detenido en el punto movedizo en que los reyes están posando para el pintor, y que, al mismo tiempo, es también un lugar convertido en presente, el aleph desde cuyo sitio observamos -una y otra vez y mediante las miradas de todos- la consagración de la modernidad sin mayores rodeos. Pensé en evidenciar palmariamente que con "Las meninas" Velázquez nos había enseñado a ver y que su propósito principal, demostrar que la ficción y la realidad no son excluyentes, no era una simple especulación artística. Entonces lo hice, sigilosamente, sorteando la vigilancia y en una suspensión extraña que me puso enfrente del cuadro, estirando mi mano para separar del conjunto a la única criatura  que ahora no aparece en la obra: el perro. Se llama Poe y está aquí conmigo desde que se lo sustraje a la pintura, echado y sin emitir un solo ruido que lo delate... Todo ello  mientras escribo la presente nota y vuelvo a reponer la frase que se le atribuye a Salvador Dalí en uno de sus juicios más polémicos: "Si alguien se roba "Las meninas" pueden quemar   el museo del Prado entero y no se perderá gran cosa". Ignoro si otros se han dado a la tarea de seguir rebanando la obra aunque sólo sea imaginariamente. Claro, sin el perro, porque ese ya me pertenece  a mí por derecho especulativo y metafísico. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a todos aquellos que todavía creen en la trascendencia de las obras de arte y en la imaginación como componente fundamental de los más hermosos desvaríos del hombre).                           



domingo, 7 de julio de 2013

LA DOBLE OPCION



                 
QUE A CUALQUIERA DE LAS DOS VOY
                                 


               
Se nos coloca en el dilema de escoger entre la belleza y la exuberancia. Mi opinión personal es que a estas alturas de mi vida cualquiera de ellas me puede conducir al cielo. Surge de inmediato la eterna interrogante dirigida a los que ya pasamos los "ticinco" y cuya potencialidad es inversamente proporcional a la belleza de estas dos chamas. ¿Que qué hacemos con ver y no comer? Pues nos saboreamos, que es la mejor manera de evocar las viejas andanzas de los 70 y los 80 sin cometer excesos, pero además acompañados de una melancólica actitud que nos hace mentarle la madre a todos los jóvenes que apenas llegan a 18 años. ¡Es la cochina envidia que nos carcome por los pasos implacables del tiempo! (FOTOSÍNTESIS le dedica esta entrega a todos aquellos amigos de mi generación que todavía siguen creyendo que la rumba va a continuar).





viernes, 28 de junio de 2013

QUE SE CAYO EL MURO, SEÑORES


TUMBA ESA VAINA, MUCHACHO


He aquí el verdadero drama del comunismo. En la foto, el pueblo llano, ya cansado de tanta coba sobre el futuro y la felicidad, sale a la calle a demoler la maldición de un muro oprobioso. Nótese que los soldados que se encuentran arriba parecen decir "conmigo no es la vaina", tocados también por el reconocimiento de que la razón no está de parte de ellos. Son ésos los despojos del temible ejército ruso-alemán que se llevó en los cachos a más de uno. Contrastan las acciones, de resignación las de arriba y de total energía las de abajo, demostrándose una vez más que de nada vale comprar armas a montones mientras la economía y los derechos humanos son ninguneados. (FOTOSINTESIS le dedica esta foto a todos los que no se han dado cuenta que el Muro de Berlín se vino abajo, porque de que los hay los hay).