Porque quiero decirles que también soy del Magallanes. Simultáneamente, no como complemento o como pretexto para simplemente alargar la temporada. (Aunque ésa sea una ventaja importante). Aquí, en esta popularísima franquicia, me siento definitivamente cambiado, soy otro, me convierto en un ser de competencias y desarrollo una agresividad que jamás podría experimentar con los Tiburones. La metamorfosis es de tal naturaleza que puedo incluso llegar a odiar con consecuencias terribles, deseando pelotazos, caídas, lesiones, fracturas y hasta la propia muerte a los jugadores de los otros conjuntos. Se me mete el demonio, pues, de manera que no respondo de mí, a menos que el Magallanes se mantenga punteando y los otros equipos, en particular los Tigres de Aragua y con la excepción por supuesto de los Tiburones, se sientan humillados por los triunfos consecutivos de mi novena (aunque ahora deberíamos decir decena por lo del bateador designado) y retumben por todas partes los compases de Billo Frómeta. Ah, porque esa es otra de las ventajas de tener dos equipos como los Tiburones y el Magallanes, que despolarizan, puesto que la dupla CARACAS-MAGALLANES no es en modo alguno la determinante debido a que la verdadera competencia, por ser el otro yo de los Tiburones y al mismo tiempo por estar en los límites con Valencia, se manifiesta directamente con los Tigres de Aragua. ¿Que cómo hago cuando se enfrentan los Tiburones y el Magallanes? Muy sencillo, lo echo a la suerte, tiro una moneda al aire y voy al que salga favorecido. Si son los Tiburones me desmarco de todo pesimismo, pero si es el Magallanes, me hago el loco con la rabia y hasta concibo la idea de que a los jugadores contrarios no les ocurran desgracias. Sea dicho finalmente y con mucho orgullo que convivo perfectamente con mis dos equipos y al mismo tiempo con mis dos personalidades. (FOTOSÍNTESIS le dedica la presente entrega a mi sobrino Emiliano, tan fiebrudo del beisbol como yo, aunque lamentablemente sea de los Leones del Caracas).
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ahora si ya comprendo. analizando, ¡tiburones de corazón, magallanero con RAZÓN!
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